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lunes, 20 de febrero de 2012

La Petenera




Para esta entrada he utilizado varios textos procedentes de la red, que adjunto en pdf, además de los libros de Molina y Mairena “Mundo y formas del cante flamenco” y el de los hermanos Hurtado “la llave de la música flamenca”. A continuación hago un breve resumen de la información contenida en los mismos junto con apreciaciones personales mías. Las referencias bibliográficas señaladas proceden de estos documentos, donde podéis encontrarlas, por lo que evito incluir en esta entrada la relación de todas las obras citadas.





La Petenera es un cante con una enorme capacidad para fascinar, no sólo por sus características musicales intrínsecas, sino también por el aura de misterio que ha envuelto las interpretaciones sobre su origen y por haber llegado a constituirse en conceptualización de dolor desgarrante trascendiendo las interpretaciones particulares.



Etiqueta de un vino de Jerez con la imagen de La Petenera

Características de la petenera

La petenera es un cante con una estructura rítmica común a muchos otros palos flamencos, basado en un compás de los llamados “de amalgama”, “hemiolia” o directamente “ritmo de petenera”, que consiste en un compás de 12 tiempos dividido en dos partes, de 6x8 y 3x4. La melodía es métrica y no realiza melismas exceptuando la escala ascendente propia de las petenera flamenca larga sobre la letra “a”. Utiliza la cuarteta octosílaba (romance), repitiendo algún verso o introduciendo expresiones como “madre de mi corazón” en forma de ripio.


Hay dos estilos fundamentales: la antigua y la moderna y esta a su vez diferenciada en corta (o chica) y larga (o grande). Se atribuye a Medina el Viejo la definición de la petenera flamenca hacia 1880 (dos tipos de petenera corta y uno de petenera larga), modelo que mas tarde divulgaría Antonio Chacón y que
cultivó igualmente la Niña de los Peines. Lo normal es que las peteneras cortas tengan 7 tercios, aunque Pepe de la Matrona las hace de 9 y 8 según repita más o menos ciertas frases musicales. Sin embargo, en la petenera de la Niña de los Peines y de Chacón, se observa el uso de la quintilla y ritmo libre, salvo a partir del 7º compás que se torna de amalgama: 6x8 y 3x4, teniendo 9 tercios.


Estébanez Calderón cita "ciertas coplillas a quienes los aficionados llaman "perteneras" y que son como seguidillas que van por el aire más vivo, pero la voz penetrante de la cantaora dábanles una melancolía inexplicable". Paco Vallecillo dice que es un "cante de inacabable belleza, de entonación mayestática, de matices inconfundiblemente litúrgicos. Cante de penar adolorido que sólo con la seguirilla puede alternar en este sentido emocional y patético, es éste de La Petenera, escrito así en singular".

Las peteneras tienen mensajes sentenciosos de arrebatados amores, desamores y despechos, o aquellos otros textos que en alusión a La Petenera maldicen a su persona, lamentando su proceder e inclusive a quien la trajo al mundo, o la hora en que nació...

Mal halla la Petenera
Y quién la trajo a la Tierra,
Que la Petenera es causa
De que los hombres se pierdan

...todas haciéndola culpable del sufrimiento de los hombres.

Entierro de la petenera, según Michifús

Orígenes de la petenera

Demófilo reflejó en su conocida obra su criterio con relación al tema de su origen: "...convienen todos los cantadores en que son antiguaas y en que deben su origen a una cantaora de flamenco llamada La Petenera, a quienes unos hacen natural de Málaga y otros de La Habana. ¿Pero qué significa este mote o apodo de La Petenera, ya que no es nombre como el de Soledad, ni palabra que se encuentre tampoco en los diccionarios gitanos que conocemos?. He aquí una pregunta que podemos contestar satisfactoriamente, a nuestro juicio merced a los autorizados informes del célebre cantaor Juanelo. Petenera o Patenera, nos dijo éste, es igual a Paternera, esto es, natural de Paterna. Semejante afirmación es para nosotros digna de crédito: 1º, porque aunque algunos suponen que La Petenera era de Málaga, otros aseguran que era de la provincia de Cádiz; 2º porque en esta provincia hay efectivamente un pueblo llamado Paterna de la Rivera; 3º, porque la conversión de Paternera en Petenera es perfectamente explicable por razones eufónicas y muy creíble en una raza que convierte vidriera en beriera; 4º, porque la formación de adjetivo es común y corriente; así vemos de Triana, trianera; y 5º y último, porque Juanelo, que es muy entendido en cante flamenco y completamente veraz, no tenia interés en engañarnos acerca de la patria de La Petenera, a quién él mismo llegó a escuchar".




Monumento a La Petenera, en Paterna de la Ribera

La leyenda de La Petenera habría quedado reflejada en las coplas de este estilo, donde se refleja a esta figura como a unja mujer de fuerte personalidad y, en cuestiones amorosas, como una sembradora de desgracias:

Quién te puso Petenera
no te supo poner nombre,
que debía haberte puesto
la perdición de los hombres.

Durante el siglo XX se hizo muy popular la creencia de que la petenera habría sido un cante creado por la mencionada cantaora de Paterna de la Rivera, personaje de vida tormentosa que habría dado lugar, así mismo, a la adjudicación de letras alusivas a su funesta condición de “perdición de los hombres”. Esta tesis, defendida por Mairena y Molina, y también por Blas Vega, aunque muy extendida entre artistas y aficionados, está actualmente descartada por los estudiosos de la historia del flamenco.


Las peteneras antiguas, como por ejemplo las interpretadas por Rafael Romero, tienen una cadencia que inevitablemente nos sugiere su cercanía con ciertas formas de cantar antiguo. Si se obvia la diferencia en el tempo en que se desarrolla el compás, la similitud entre la petenera y, por ejemplo, los romances populares, es bastante evidente.

Rafael Romero: extracto






Joaquin Díaz y Nuevo Mester de Juglaría: extracto del romance del Conde Olinos






Jordi Savall y Hesperion XX: ensalada "el fuego", de Mateo Flecha el Viejo (s. XVII)







Fuentes antiguas de la petenera

Las peteneras están documentadas anteriormente a las seguiriyas y soleares, aproximadamente a principios del siglo XIX, por lo que a priori sería un estilo anterior a la formación de posteriores cantes netamente flamencos. Aparecen junto a la Caña, al Polo y a la Serrana como cantes del repertorio de Silverio Franconetti, además de Rondeñas y Malagueñas.

Existe una línea de opinión que establece una tesis judaica de su origen, remontándolo a un tiempo anterior al siglo XV, en que se expulsó a los judíos que, parece ser, ya hacían la petenera. Según Hipólito Rossy y Ángel Álvarez Caballero, los judíos sefarditas que emigraron de la península tras la expulsión, y que llegaron a los Balcanes, cantan peteneras de melodía popular como la nuestra y en español, luego tuvieron que conocerla antes de la expulsión de 1492.


Mujer de origen sefardí

Joaquín Díaz: A la una yo nazí






The Renaissance Players: la rosa enflorece







Siguiendo esta tesis, tendríamos que manejar el romance como vía de transmisión. Por ejemplo, escuchando el interpretado por José de los Reyes “El Negro” de El Puerto de Santa María, aprendido de niño de su padre, un gitano de Paterna de Rivera, y conocido como “Romance de la Monja” en el que se pueden apreciar claramente las características cadencias musicales de la petenera. Incluso algunos autores la relacionan con los esquemas melódicos del romance de Gerineldo, “versión musical de Arcos de la Frontera ¿siglo XII?”. De esta forma, fuentes judaicas o folclóricas se confunden en el preámbulo proto o preflamenco de la petenera flamenca.


Gerineldo con la Infanta


Joaquin Diaz: Romance de Gerineldo








José de los Reyes, El Negro de El Puerto

El Negro de El Puerto: Romance de la monja






Sin embargo, la tesis del origen hebreo ha sido fuertemente contestada. Las letras con referencias judías son escasas y con aspectos claramente modernos y alejados del estilo judío antiguo. Más adecuado parece pensar que la música sefardí ha conservado patrones rítmicos y melódicos antiguos de la música popular española, de la que habrían evolucionado posteriormente en la Península Ibérica determinados cantes que posteriormente estarían entre los que sirvieron de matriz para los cantes flamencos, entre ellos la petenera.

Varios autores han rastreado el origen de la petenera a través de una línea evolutiva en la música culta, desde las cantigas de Alfonso X y las folías, con la influencia del fandango, la zarabanda y la jácara,


Cantigas de Alfonso X


Gregorio Paniagua y Atrium Musicae: Cantiga de Santa María 166







Jordi Savall y Hesperion XX: recercada sobre la folia de Diego Ortiz






Jordi Savall y Hesperion XX: recercada sobre la zarabanda de Diego Ortiz







Christina Pluhar y L'Arpeggiatta: Jácaras






Jordi Savall y Hesperion XX: recercada sobre la romanesca de Diego Ortiz






Joaquín Díaz: Romanesca







La música culta se transmite al pueblo y este la reinterpreta de forma continua. Sin embargo, en el medio popular, la transmisión oral implica la posibilidad de desviaciones pequeñas pero acumulativas, en función de la capacidad de recuerdo y reproducción de cada artista, y, sobre todo, la asimilación con otros cantes semejantes en el repertorio del artista y el público. Parece más plausible que el aflamencamiento de la petenera se produzca a partir de cantes ampliamente extendidos entre el pueblo, y también de canciones que hayan alcanzado una amplia popularidad, como el Paño Moruno en el siglo XVII o“El Vito” en el siglo XVIII, que beben de las mismas fuentes que las clásicas relacionadas con los cantes flamencos.

Francisco de Goya: El Vito


Joaquín Díaz: El Paño Moruno murciano







Joaquín Díaz: El Vito








La petenera entre América y España


Para otros autores la petenera procede de la región de Guatemala y México llamada El Petén. Derivaría de un cantar triste y melancólico que los indios solían entonar y que fue introducido en España por el puerto de Cádiz, aflamencándose en nuestro país al contactar con los cantaores andaluces. El nombre Petenera procedería por tanto de “Petén”. El Petén es una región bastante amplia que comparte además de Guatemala, también Méjico, país donde se ha documentado la primera referencia sobre las Peteneras a principios del siglo XIX, concretamente en una actuación en el Teatro Coliseo de Méjico en que la petenera aparece como un baile.

Por tanto, la petenera sería un palo de ida y vuelta. Una de las tantas tonadas o canciones populares peninsulares viajó a América con los conquistadores y una vez arraigada allí, concretamente en El Petén, entre Guatemala y Mexico, impregnada de las influencias nativas y dotada del nuevo nombre de Petenera, en honor al lugar donde tuvo lugar esta transformación, regresa a España donde se aflamenca gradualmente en la época del café cantante y se incorpora a los cantes flamencos como un palo más.

el resto de los grabados para la lotería huasteca, en http://unambihuo.info/?page_id=1503


En la región oriental de México, en la zona de la Huasteca, florecen los sones huastecos o huapangos. Un tipo de son, tocado en tonos menores, mas lento y de contenido más melancólico, romántico y a veces trágico, es La Petenera mexicana, un ritmo de origen español, muy tradicional en México, cuyas coplas tratan sobre temas marinos, mujeres, amores y desamores, la soledad..., muy en consonancia con la nuestra flamenca. De hecho, un tema central, y al parecer muy relacionado con su origen, es el de la sirena, personaje femenino que causa con su seducción la perdición de los hombres. Se ha propuesto que la composición mejicana estaría basada sobre canciones populares peninsulares, con probable influencia de canciones como el Paño Moruno y el punto de la Habana



Joaquín Díaz: el Punto de la Habana






Los Folkloristas: son huasteco






Soledad Berrios: Luz de Luna








La siguiente versión de Christina Pluhar y l’Arpeggiatta ilustra un origen de la petenera relacionado con la música barroca de origen español desarrollada en Ámérica.








Datos muy recientes, como los que podemos observar en la imagen superior, podrían, sin embargo, dar un vuelco a todo este grupo de hipótesis. Dertormein de Flamenquina propone que la auténtica grafía sería "PETERENA", lo que, de confirmarse, obligaría a revisar las interpretaciones sobre la etimología del término y el origen del cante, abriendo nuevas vías de investigación...



Mi opinión acerca del tema del origen de la petenera es que conviene evitar una interpretación evolutiva lineal, al igual que con el flamenco en su conjunto, y pensar más en una progresión “rizomática”: múltiples fuentes, que entre sí se suceden, se solapan y se influyen recíprocamente, creando ramas y derivaciones que igualmente se interrelacionan entre sí, aunque se puede definir un “vector de aflamencamiento” que va progresivamente destilando aspectos formales hasta constituir la petenera actual como un cante netamente flamenco. Parece claro que hay un patrón rítmico y melódico que resulta especialmente caro al pueblo español en su conjunto, de igual forma que la versificación en romance se aviene perfectamente con la prosodia del castellano (resulta muchísimo más fácil aprenderse un romance de octosílabos, que un soneto con múltiples acabalgamientos, o la profusión de piezas barrocas compuestas a base de versos de métrica impar). Probablemente, de una o varias de estas canciones populares se originan las peteneras americanas, que al interpretarse y popularizarse en Cádiz dan lugar a una nueva base de evolución en suelo peninsular.


La petenera en la primera mitad del siglo xix

Parece demostrado históricamente que las peteneras eran cante y baile interpretados en los comienzos del siglo XIX en los teatros de Cádiz, y que “su aflamencamiento se produce en esta ciudad.

Existen referencias aisladas acerca de toque, baile y cante por peteneras a ambos lados del Atlántico. A pesar de su escasez, demuestran que tanto en una orilla como en otra se interpretaban, y en ocasiones se hacía referencia a su origen de ultramar.



La primera cita sobre las peteneras, según Molina y Espín (1996, IV:431), aparece en un programa de mano del Teatro Coliseo de Méjico capital, durante la temporada 1803-1804. Igualmente, en 1808, otro programa del mismo local anuncia que se interpretará la bonita y conocida danza de La Petenera”. Aparece ahí ese nombre, referido a un baile centroamericano y con el gentilicio propio de los habitantes de El Petén, puerto situado en el Yucatán, en Guatemala, cercano a la frontera mexicana. Andrés del Castillo canta unas “boleras agitanadas a la guitarra; y concluirá con la Petenera de Veracruz, acompañándose con la orquesta” (20 de agosto de 1834). Está claro que ya muy a principios del s. XIX en Centroamérica existía un baile, y consiguiente cante, denominado petenera. Otra cosa es, como ya vimos, si era de sentido flamenco o no.

Recientemente se ha establecido que la primera referencia a la petenera a este lado del Atlántico aparece en El “Diario Mercantil” del 5 de Abril de 1827 (dos décadas antes de la conocida de Estébanez Calderón) dando noticia de que, en fiesta pública, en calle Compañía, 10, de Cádiz, Lázaro Quintana cantó la Petenera Americana después de cantar las seguidillas de “Pedro Lacambra”, y otras seguidillas, éstas para acompañar el baile (volveré más adelante sobre la relación con estas seguidillas). Por tanto, la primera referencia en España aparece en Cádiz y alude explícitamente a una petenera "americana".

Anuncio en el Diario Mercantil de 1827, dado a conocer en el blog "el afinador de noticias"

En 1847 se publica la citadísima “Asamblea General”, de Escenas andaluzas de Estébanez Calderón. Éste habla, en efecto, de ”coplillas a quienes los aficionados llaman Peteneras” (perteneras). En el Diario de La Habana, del día 30 de octubre de 1844, se indica que en el Gran Teatro de Tacón se bailará “la Petenera Gaditana, y la cantará al mismo tiempo en la escena acompañándose de guitarra el precitado Don Agustín Reyes que tantos aplausos ha arrancado en este género de canciones en los teatros de Cádiz”.
Poco se puede deducir, en cambio, de hasta qué punto estas peteneras se asemejaban a las que conocemos, es decir, en qué momento comienza a producirse su aflamencamiento.

"Un baile en Triana". Ilustración de Francisco Lameyer para las Escenas Andaluzas de Estébanez Calderón



La petenera en la segunda mitad del siglo xix

La petenera parece que tuvo su esplendor, en cuanto a difusión, hacia 1881, hasta el punto de denominarse a este año “el año de las peteneras”, tal debió de ser su fama. Ese año publica Demófilo su Colección de cantes flamencos, donde comenta que las peteneras no se ponen de moda en Sevilla hasta 1879, aunque, dice, son más antiguas, para defender el origen paternero gaditano, a través de la recreación de Dolores la Paternera, de este cante.


La fama de las peteneras se extendió por toda la geografía, y eran muy populares también en Almería (de forma que se ha llegado a proponer que su origen podría estar en la almeriense Paterna del Río), y Levante, como puede comprobarse por los datos ofrecidos en esta página

Bailando peteneras en Torrevieja


De las formas populares más antiguas proceden las que posteriormente se han denominado peteneras antiguas, o la petenera corta o chica.

La petenera larga procede la construida por Medina el Viejo, José Rodríguez Concepción Medina (cantaor no gitano), que nació hacia 1860 del barrio de Santiago de Jerez, y fue el primero que destacó cantándola. A fines del siglo XIX Medina el Viejo perfila y define la Petenera Flamenca, (que sacaría enriqueciendo algunos tercios de la popular). Tenemos también la grabación de Elena Font, basada en esta forma de petenera.

Elena Font, a finales del XIX: petenera






Juan Breva, en 1910






El Niño Medina

El Niño Medina: petenera de Medina el Viejo







A finales del siglo XIX, El Mochuelo graba unas peteneras más ligeras, con acompañamiento de castañuelas.






Junto a estas formas de progresivo aflamencamiento, persistieron peteneras en forma de canción popular, como la grabada en esta ocasión por Joaquín Díaz

Joaquín Díaz: peteneras antiguas






En este periodo también estuvo relacionada la petenera con las serranas. Las seguidillas citadas en el anuncio del Diario Mercantil de 1827, son, en realidad, la liviana de Pedro Lacambra y, posiblemente, serranas las "seguidillas para acompañar el baile". Las peteneras se utilizaron probablemente como remate de las serranas antes de que quedara fijada la costumbre de utilizar la seguiriya de cambio de María Borrico.

Sobre este tema, ver esta página: Romualdo Molina propone la hipótesis de que Lázaro Quintana, (algo mayor que el Fillo, del que era amigo, y por tanto coetáneo de El Planeta) prestigioso cantaor que frecuentaba los teatros de Cádiz y del cuál se indicó que era un gran seguiriyero y creador de seguiriyas, no lo fuera en realidad de las seguiriyas gitanas o "seguidillas de sentimiento" según la nomenclatura de Silverio, derivadas de la invención de Frasco el Colorao, sino más bien que fuera responsable del aflamencamiento de las livianas y todo el palo de las "seguidillas serranas". Dado que parece establecido que serranas y peteneras coexistían en un momento anterior a la aparición de las seguiriyas y soleares, sería razonable que estuviera más o menos extendido el hábito de rematar las serranas por peteneras.

Pepe Pinto: serrana y petenera






Además, en los tiempos de Silverio Franconetti -con el maestro a la cabeza- se estiló un cante bravío, cruce de soleá y petenera, que nos ha llegado muy desdibujado.

Pepe el de la Matrona: soleá petenera






Flores el Gaditano entrega unas soleares que abrocha con una soleá-petenera made in Flores. Al contar ambos estilos con un compás de doce tiempos no resulta excesivamente complicado aplicar el aire de soleá a la melodía de petenera, como queda aquí demostrado.

Flores el Gaditano: soleares y soleá petenera








Salirse por peteneras

El dicho "salir por peteneras" significa hacer o decir algo inoportuno, alejado del objeto de la conversación o simplemente de lo esperado, y con frecuencia se emplea para indicar que se ha hecho con la intención de distraer de la falta de razón o calidad. El DRAE incluye esta expresión en su edición de 1927, aunque la palabra petenera ya estaba recogida en la de 1899. Para entender su significado es preciso tener en cuenta las características de las primeras peteneras, las peteneras antiguas y las peteneras cortas, como las grabadas por el Mochuelo, y que en 1881 Demófilo había definido por"...el hecho de cantarse por lo común la petenera tan pícaramente, que más parece un punto de La Habana que un cante gitano" Si uno se sale o arranca por peteneras es como decir que se pone a cantar alegremente para no seguir la conversación o escabullirse de algo serio.


La petenera en la primera mitad del siglo xx

La petenera siguió cultivándose a principios del s. XX, como demuestra la abundancia de grabaciones y referencias que sitúan como intérpretes de la misma a numerosísimos artistas: Juana Ruca, “La Antigua”, Trini la Parrala, Fernando el Herrero, la Peñaranda, Juan Breva, Niño Medina, Telesforo del Campo (la más antigua, tipo zarzuela), Paca Aguilera, El Canario Chico, Rafael Jáimez, el Mochuelo, la Rubia de Málaga, el Niño de Triana, Antonio Chacón, Escacena, Manuel Torre, Niña de los Peines, Pepe Marchena...

Ricardo Molina y Antonio Mairena (1979:316-319) definen una “época de auge” (de 1915 a 1935), gracias a las grabaciones, a García Lorca y a los músicos cultos como Turina y Falla.

Joaquín Turina


Turina, Danzas Andaluzas: petenera







Federico García Lorca


Fedrico García Lorca: Gráfico de La Petenera

¡Ay, petenera gitana!
¡Yayay petenera!
Tu entierro no tuvo niñas
buenas.
Niñas que le dan a Cristo muerto
sus guedejas,
y llevan blancas mantillas
en las ferias.
Tu entierro fue de gente
siniestra.
Gente con el corazón
en la cabeza,
que te siguió llorando
por las callejas.
¡Ay, petenera gitana!
¡Yayay petenera!

Federico García Lorca, recitado por Rafael Alberti: Muerte de la Petenera







El estilo de petenera de Medina el Viejo lo perfecciona su nieto el Niño Medina, considerada ya petenera grande, de donde Chacón (según Blas Vega) sacaría la suya y luego la Niña de los Peines. Por lo tanto D. Antonio Chacón tomó la Petenera grande de Medina y la enriqueció melódicamente, aportando su propia personalidad.
Chacón no grabó su petenera larga, de la que tenemos la grabación de Enrique Morente


Don Antonio Chacón

Enrique Morente: petenera de Chacón







El Niño Medina transmitió la Petenera de su abuelo a otros artistas aparte de Chacón: a Pepe el de la Matrona y Arturo Pavón, que se la enseñaría a su hermana Pastora. A partir de ahí, Pastora Pavón dotaría a la Petenera de Medina de su propio estilo, redondeando el cante y popularizándola, convirtiéndose en la variante más interpretada.

Pepe el de la Matrona

Pepe el de la Matrona: peteneras cortas y petenera grande Medina el Viejo







Fosforito: Petenera de Medina







Pastora María Pavón, la Niña de los Peines (Sevilla 1.880-1.969), la relanzó en los años veinte, convirtiéndose en la máxima difusora y redefinidota de este cante. Al parecer, el conocimiento y la posterior identificación del estilo le viene del cantaor Medina El Viejo, que ya ilustrara con su versión al propio Don Antonio Chacón y a una pléyade de jóvenes cantaores que se reunían en el Pasaje del Duque sevillano, entre los que se contaban Rafael Pareja, Fernando "El Herrero", Pepe el de la Matrona y Arturo Pavón, hermano de la Niña, a la que le transmitiría ciertos conocimientos de aquella interpretación del Viejo. La de los Peines se cruzó con un estilo que se amoldaba a su temperamento y comenzó a difundirla junto al Niño de Medina y Escacena, configurando la versión que hoy conocemos como "petenera larga".

Pastora Pavón

Peteneras de la Niña de los Peines

Ni aun durmiendo puedo tener






Quisiera yo renegar






Soy como aquel fiel peregrino






Ya no son las mismas flores








La petenera en la segunda mitad del siglo xx

En la posguerra, se mantuvo en los años 50 con cierto vigor, gracias a cantaores que la hacían y defendían en el tablao “Zambra” y otros escenarios, como Varea, Pericón, Rafael Romero, El Culata, Jarrito, y luego los más jóvenes Miguel Vargas, Morente y Menese.

Rafael Romero, "El Gallina"


Rafael Romero: ven acá, remediaora








Rafael Romero: soy como fiel peregrino






Sin duda, Rafael Romero ha sido uno de los más importantes intérpretes de la petenera en sus diferentes formas. En el siguiente vídeo demuestra lo que se puede hacer con las peteneras cortas, que se han considerado un cante menor que ya sólo se utiliza como preparación para la petenera larga. A su lado, exquisito, Perico el del Lunar. Entre los dos parecen cincelar el tiempo y el silencio con esta petenera.



Pericón de Cádiz






Juan Varea






Ya en la etapa de los festivales y el mairenismo de los años 60-70 del pasado siglo la petenera se hizo muy poco, por influencia de Mairena, que no la grabó (por supersticioso), aunque los de su escuela sí la han hecho prácticamente todos con una solvencia y jondura incuestionables: Malena, Menese, Diego Clavel, Miguel Vargas, Marcelo Sousa, etc. Carmen Linares, Fosforito o Enrique Morente han sido y son también excelentes maestros de la misma.

Curro Malena






José Menese






Miguel Vargas







A finales del s. XX hay muchas grabaciones, aunque poco en festivales y recitales en directo. Importante es el papel del Festival y Concurso de Paterna de Rivera (Cádiz), que se convoca anualmente, tanto para dar premios de cante como de investigación. Han grabado y / o interpretado en público peteneras muchísimos artistas, ya citados algunos: Rafael Romero el Gallina (que es uno de sus máximos exponentes), Pepita Caballero, Sernita de Jerez, Fosforito, Perlita de Huelva (en su Misa Flamenca, la letra “Siempre fuiste perseguido...”), Naranjito (de quien decía A. Mairena que las suyas no tenían mal fario), Camarón (reivindicando la cuna gaditana), Juan Varea, José Bayón (ganador en el concurso de Paterna en 1983), José Sorroche (la de Almería), Cristóbal Muñoz, Rafael López Pérez, Niña de la Puebla, Charo López, Trinidad Bracamonte, Alfredo Arrebola (con alguna versión malagueña muy personal), Enrique Morente, La Calandria, Mayte Martín en su disco Querencia, Ana Real, Mercedes Ruiz, etc. en los archivos sonoros del Centro Andaluz de Flamenco de Jerez se encuentran más de ciento setenta peteneras correspondientes a las voces de más de sesenta artistas diferentes.

Fosforito







Pepita Caballero






La Sallago






Rosario López






Naranjito de Triana






Naranjito de Triana







Curro Lucena






Camarón de La Isla






José Parrondo






Rocío Márquez






Mayte Martín








La superstición de la petenera

Desde muy temprano, la petenera se ha visto rodeada de un halo de superstición en base a creencias que se vieron potenciadas por hechos anecdóticos. Aunque la idea de “mal fario” de la petenera está muy extendida en el ámbito gitano a nivel popular, hasta el punto de que muchos evitan incluso escucharla, entre los artistas se encuentran las posiciones contrarias tanto entre payos como entre gitanos.

No está claro el origen de esta superstición. Algunos autores han propuesto que puede tener que ver con el hipotético origen judío y la actitud negativa de los españoles hacia lo hebraico. Pero dado que es poco compatible esta tesis sobre su origen y la gran popularidad que tuvieron en el siglo XIX, el origen de la superstición debe estar en otra parte.

Ateniéndonos al posible origen americano, y la identificación en dicho lugar de la petenera con la sirena que causa la perdición de los hombres, es posible que esta concepción fermentara en la península con la asimilación de dicha característica a la legendaria cantaora originaria de Paterna de la Ribera. Si tenemos en cuenta que la palabra “petenera” designa tanto a la persona (sea la sirena o la supuesta cantaora andaluza) capaz de causar la perdición a los que se relacionan con ella, como al cante, éste adquiere una fuerte capacidad simbólica, por lo que la cualidad funesta del personaje pasa al cante que lo representa. Pero, además, la fuerza simbólica de la petenera se debe a su adhesión a uno de los arquetipos más antiguos y nucleares de la cultura occidental: la Petenera es el trasunto de la sirena, como ésta lo es de la Lilith sumerio-judaica y sus derivaciones, la no sometida al varón, la robadora de esperma, la asesina de hombres, en definitiva, la diosa demonizada. Sobre la figura de Lilith, ver, por ejemplo, http://es.wikipedia.org/wiki/Lilit, y las páginas incluidas en el pdf adjunto al final de esta entrada.. Sobre el mito de la Sirena, interesante esta página: http://saludyromanico.blogspot.com/2009/05/metamorfosis-de-un-concepto.ht ml

John Williams Waterhouse: Ulises y las Sirenas

Los sucesos anecdóticos que algunos han considerado demostración de sus funestas características, muy probablemente han actuado sobre un terreno propicio previamente extendido. Así, por ejemplo, la conocida relación entre la popularidad de la petenera y la hambruna del “año de las peteneras” (1881), y el suceso del fallecimiento de la joven bailaora aragonesa Mari Paz, tras representar a la Petenera fallecida sacada a hombros en la escena “Gloria a la Petenera” del espectáculo “Cabalgata”, de León y Quiroga, representada en la temporada 1945-46, y suspendida al disolverse la compañía por no querer ningún artista sustituir a la bailaora.



Mari Paz: Gloria a la petenera






Aunque la idea de “mal fario” está muy extendida entre los gitanos, la petenera ha sido interpretada por muchos cantaores “calés”, y de hecho, la mayor difusora es la gitanísima Pastora Pavón. También la grabó Manuel Torre, considerado por muchos “tronco” del cante gitano actual, y posteriormente otros artistas gitanos como Sernita de Jerez y Rafael Romero “El Gallina”, considerado un gran especialista.

Manuel Torre


Manuel Torre, peteneras

Ni en durmiendo puedo tener






Yo no creo ni en mi mare






Por el contrario, también entre muchos payos ha cundido la superstición sobre la petenera, de forma que no la han cantado, por ejemplo, Pepe Marchena o Juanito Valderrama, aunque la hayan grabado en una ocasión.

La autoridad de Antonio Mairena contribuyó de forma importante a la difusión de la atribución de “mal fario” a la petenera, que, sin embargo, ha sido interpretada con gran afición por los artistas de la escuela “mairenista”, como Curro Malena, Diego Clavel y José Menese.

"La Petenera es la perdición de los hombres". Habida cuenta que Dertormein (en lo sucesivo, al parecer, Dertormeyn) ha decidido que la forma correcta es "PETENERA", vuelven a ser válidas las hipótesis sobre el origen de este cante basadas en la etimología del término.


Versiones no flamencas de la petenera

La fascinación por la petenera ha llevado a que sea recreada e interpretada, de forma más o menos afín o derivada de la versión flamenca o de las versiones previas popularizadas en el s. XIX, por compositores y artistas ajenos al mundo del cante jondo.

Narciso Yepes: petenera para guitarra de Regino Sainz de la Maza






Amalia Rodrigues, reina del fado







Pilar Marchena hace los cantes flamencos con escrupulosa pureza, pero aplicando la técnica vocal de una soprano


En clave de jazz, con el saxo de Pedro Iturralde






Los Planetas







Pero además, la petenera se ha convertido, en virtud de las características señaladas anteriormente, en un cante con fuerte contenido simbólico, del que carecen otros palos más intensos y jondos, como la seguiriya o las tonás. Por ello, la petenera ha adquirido la capacidad de representar de forma inmediata un conjunto de emociones relacionadas con el dolor, la muerte, el desgarro. Esto ha llevado a su utilización, por ejemplo, para el cante de poemas especialmente significativos en este sentido, como los de Miguel Hernández, poeta intensamente querido entre las clases populares, sobre todo por su capacidad para transmitir el desgarro por la pérdida del amigo, el hijo, la libertad, la vida.

Miguel Hernández

Enrique Morente: Andaluces de Jaén






Manuel Gerena: el niño yuntero






Más aún, la petenera ya sólo como concepto, con muy poco o absolutamente nada de su componente musical, se ha utilizado como símbolo explícito de una emoción o la personificación del dolor.

Vicente Pradal. Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, de García Lorca: la piedra (petenera)






En esta canción del grupo de rock Marea, de la petenera ya sólo queda el concepto, como sinónimo de lamento por la más atroz de las pérdidas









Para terminar, una petenera para el futuro: la jovencísima Ana Mochón con Antonio de la Luz






A continuación, un documento pdf con material anexo extraído de la red y diversas fuentes ampliando aspectos del cante, su historia, sus significados…


anexos



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